martes, 20 de octubre de 2009

Sembrando

"Quien siembra tormentas recoge tempestades"

Esa advertencia-amenaza lleva pintada en enormes letras rojas frente a las eternas obras de la Alhóndiga desde el pasado 12 de octubre, en un intento de reproducir un famoso aforismo castellano que, en realidad, dice que quién siembra vientos recoge tempestades. Siguiendo esta lógica, quien siembra tormentas debería recoger huracanes y quien siembra el sirimiri, el monzón. Y así. Quien siembra Gürteles recoge Mafia calabresa. Quien siembra comisarías de policía sin luz y taquígrafos recoge el GAL. Y quien siembra la duda recoge el ostracismo.

Pero no siempre se cumple la proyección geométrica del ojo elevado al cuadrado por ojo. Quien siembra la amenaza no recoge amenaza multiplicada por si misma, sino el silencio. Quien siembra la amenaza recoge el silencio y quien siembra el pánico recoge la adhesión cobarde de los demás.

Eso último cuenta muy bien Alejandro Amenábar en Ágora. La vi anoche y me gustó… aunque los actores (ellos, sobre todo) me parecieron bastante planos. Bueno, igual más que los actores, eran los papeles los que eran planos. La historia que quiere contarnos Amenábar era muy grande y el gran fallo, yo creo, es que, frente a la gran historia del fanatismo frente a la civilización, sus protagonistas aparecen, a veces, vistos desde arriba y desde lejos, como hormiguitas. Literalmente.

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