Más que absurdo, este trabajo fue humillante… para mí, para los clientes y… creo que hasta para el empresario.
A día de hoy es probable que todavía haya gente que me quiera partir la cara por venderles, entre diciembre de 2004 y enero de 2005, un pseudo-manos-libres “sin instalación” que funcionaba con la radio del coche.
A finales de noviembre había hecho una entrevista de trabajo en una empresa de promoción y ventas para trabajar mientras duraban mis vacaciones. Me cogieron, me dijeron que tenía que hacerme con un traje y una corbata y peinarme bien y me pusieron a vender estos chismes en la tienda de Amena del Centro Comercial Xanadú.
Como en cualquier trabajo de este tipo se iba a comisión y había que vender lo más posible. Consistía en ponerte delante un tipo o una tipa cargada de bolsas de compras, e interrumpir por breves instantes el programa de consumo desmesurado que se había planteado al entrar en el Xanadú, para convencerle o convencerla de que NECESITABA lo que tú le estabas vendiendo y que TENÍA que incorporarlo a sus compras del día.
Lo sorprendente fue que la gente lo compraba a saco, lo cual me hizo reflexionar sobre la condición humana y de cómo se ve ésta afectada por los festejos navideños, amén de pensar en unos jugosos ingresos por las comisiones. Al final no fue así. Mi avaricia fue castigada y gané una miseria… pero no adelantemos acontecimientos.
Utilizando el ardid de la inminente introducción del carné por puntos, la gente se convencía enseguida de la necesidad de un manos-libres para no ser multados por conducir y hablar por el móvil a la vez. Y los que vendíamos eran “los más baratos” -50 euros si no recuerdo mal-, amén de “compatibles” con todos los móviles.
Y tan compatibles. Consistían en una cutre-pinza con un cutre-micrófono -que se enganchaba al auricular del móvil- y en una “cuna” -donde descansaba éste-. La cuna que se prendía en las rejillas del salpicadero y la pinza se conectaba al mechero y tenía una pequeña emisora. En la radio del coche había que sintonizar una frecuencia que decían las instrucciones y configurar el móvil para respuesta automática.
Cuando te llamaban había que poner la radio en la emisora -que se tenía que haber memorizado previamente- y se escuchaba la llamada a través de los altavoces. Se escuchaba más o menos bien, el problema es que a ti tu interlocutor te escuchaba poco o, directamente, nada. Eso contando con que no se realimentara el sonido y sonasen chirridos.
Al día siguiente ya empezó a venir alguna que otra persona relatando esos problemas y diciendo que le devolviéramos el dinero.
Pero lo mejor vino a partir del 7 en enero -cuando yo ya no trabajaba allí, pero aún no había cobrado (lo pagaban todo el 15 de enero, si mal no recuerdo)-, más de la mitad de los compradores devolvieron aquella mierda. Todo lo devuelto se contaba como no vendido y, claro, cobré solo la mitad de las comisiones que creía que iba a cobrar. Es decir: una chusta.
Iba a escribir una moraleja para acabar esta historia; pero pónganla ustedes, señores lectores, que para eso están los ‘comentarios’. ¿Quién es más cutre y miserable de esta historia? ¿La empresa de promoción y ventas que intentaba enriquecerse timando a los compradores? ¿Yo, que acepté un trabajo basura pagado a comisión? ¿la gente, que, cegada por el consumismo, compra cualquier mierda si el envoltorio es bonito? Díganlo ustedes.
2 comentarios:
jajajaj!!!
Que post más grande!!! Joder tío, no empieces a confesar en la red todas las maldades alimenticias que has tenido que realizar, que a ver si te van a ir buscando luego...
Hay cosas que no se cuentan!!!!jajaja, he encontrado la canción, te dejo el link
http://www.youtube.com/watch?v=1a9jS01jz_w
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