Veo la frontera, el límite, el lugar hasta el cual puedo llegar.
Y tú estás al otro lado de ella, más allá.
Quizá no demasiado lejos, pero sí al otro lado,
más allá del check point.
“Hasta aquí puedes llegar”, me dicen esos cabrones.
A veces podemos acercarnos, cada uno a nuestro lado de la alambrada;
escucharnos y entendernos,
porque parece que se habla el mismo idioma
en nuestros respectivos territorios.
Pero otras veces no.
Hay palabras secuestradas, palabras que no llegan
y palabras que llegan al otro lado violadas y preñadas de significados bastardos.
El lenguaje, violado por la Policía de mi mente que no me deja pasar al otro lado.
Quizá nuestros dialectos no sean tan parecidos. Quizá, simplemente,
no hablemos lo suficientemente alto y claro. Hay mucho ruido.
Quizá me he quedado callado.
Quizá te has quedado callada.
O, quizá, nos empeñemos en utilizar una lengua muy antigua
que yo nunca aprendí del todo y a ti se te está olvidando.
Me gustaría entender todo tu mensaje
y, al mismo tiempo, que tú me comprendieses siempre.
Seguramente eso será imposible, pero,
en todo caso, me gusta escuchar tu voz.
2 comentarios:
A una amiga mia casi la preñan tus palabras... jajaja dice que quiere un hijo tuyo, artista!!
A ti te gusta escuchar su voz.. a mi leer la tuya!!
1 besazo!
sumamente bello...!
las fronteras son nuestras limitaciones, hay que hacer siempre el intento, salta!
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