El otro día, cuando escribí sobre el exalcalde de Móstoles Chema Arteta, empecé a rumiar la idea de hacerlo sobre el actual, Esteban Parro, que era profesor en mi colegio y ha sido objeto de mofa y mala leche para mi círculo de amigos durante ya seis años. La visita, aquí en Bilbao, de un buen amigo mostoleño hizo que el tema de Parro estuviese otra vez rondándome la cabeza. Aquí está, para quien le pueda interesar, un pequeñísimo fragmento de la epopeya vital de los mostoleños bajo el férreo régimen parrocrático.
Bi lagun Parroarekin
El primer acontecimiento importante que cubrí como periodista para un medio escrito de verdad (o sea, no fotocopiado e impreso en una rotativa que no era la de la facultad de Ciencias de la Información) fue la campaña de las elecciones municipales y autonómicas de 2003 que pusieron al frente de la alcaldía de Móstoles a Parro, del PP. Escribía para Sur Madrid, un semanario local en eterna y sangrienta competencia con El Mercado de Móstoles.
La campaña de Parro se centró en la objetiva vaguería del equipo que gobernaba hasta entonces, una coalición de PSOE e IU (véase la entrada anterior sobre Arteta). Sin embargo, este profesor de matemáticas de sonrisa fácil salpicaba sus argumentos fáciles con perlas marca de la casa que iban desvelando la clase de animal político de habitat local que era. Cómo olvidar aquel mitin en el Centro Cultural Joan Miró en el que el candidato popular aseguró que el entonces alcalde José María Arteta no favorecía la construcción de vivienda unifamiliar (chalets) en Móstoles porque tenía miedo de que con ello llegase gente de clase social más alta que la que vivía en la ciudad y que ésta votase al PP.
La mayoría o bien no interpretó esto como que Parro estuviese llamando chusma a la gente de Móstoles o bien sí lo hizo, pero se echó en manos del candidato que nos prometía que dejaríamos de ser lumpen y nos empezaríamos a parecer a nuestros vecinos del Oeste pijo de Madrid. El caso es que el candidato del PP arrasó.
En realidad Arteta no favorecía la construcción…. ni de chalets ni de pisos ni de casetas de perro ni de nada. La concejalía de Urbanismo estaba en manos del concejal de IU Ildefonso Fernández, del que se difundieron rumores (y algunos datos) que dejaban a Arteta de trabajador y asceta a su lado. Fernández, el único empleado de banca comunista que conozco, apoyaba una especie de parón en la construcción para adecuar las infraestructuras al crecimiento demográfico explosivo de las décadas anteriores. En lugar de nuevos desarrollos urbanísticos, Móstoles construyó en esos años parques, un conservatorio, un teatro con un jardín vertical imposible (e inirrigable) diseñado por Mariscal o una biblioteca central nueva. También se derribaron varias okupas, se especuló con las casas antiguas que caían en manos del consistorio y se dejó que todos los parques escondidos en el interior de manzanas de bloques (en Móstoles hay bastantes de esos) se convirtieran en réplicas del Bronx.
Esa política no podía ser… todos los demás municipios habían sucumbido a la locura del ladrillo y Móstoles no podía ser la excepción. Sur Madrid vivía fundamentalmente de las inmobiliarias locales. Los anunciantes y los inversores eran inmobiliarias. La campaña contra Arteta y pro Parro en el periódico fue indisimulada y bastante zafia.
Y yo me llevé mis primeros desengaños en la profesión viendo como me cambiaban chabacanamente los titulares y entradillas de mis crónicas. Yo, lo juro, procuraba ser neutral: uno, no disimulaba ni la evidente falta de ideas y de cuajo que tenía Arteta. Dos, tampoco lo hacía con el obvio populismo y las maneras de señor de derechas papanatas de Parro. Lo segundo era sistemáticamente omitido por mis jefes, mientras que lo primero era ampliado y exagerado.
Otra de las proezas de Parro en campaña electoral fue declararse víctima de amenazas por parte de la “extrema izquierda” local, solicitar escolta y comparar la situación que vivía él y su partido en Móstoles con la de los amenazados (y asesinados) del País Vasco. Hace falta tener una jeta extraordinaria para hacer eso.
Siendo ya alcalde, Parro no ha defraudado a las expectativas. Hace como tres años hubo una serie de protestas en Móstoles por la tala de árboles que realizaba el Ayuntamiento (Parro es la Némesis de los árboles. Desde que está él, una de las principales funciones del Consistorio es talar árboles donde sea y por cualquier motivo) para construir aparcamientos donde antes había parques. En fin, hubo protestas. Y, bueno, a alguien se le ocurrió escribir en una pared “Parro, tálate tú la cabeza”. Al día siguiente teníamos rueda de prensa del alcalde denunciando amenazas de muerte de tipo proetarra que llevaría a los tribunales.
Los puntos del programa de Gobierno del Ayuntamiento de Móstoles desde que está Parro en el cargo son, a parte de talar árboles, mayor seguridad y más brío en la construcción, tanto de vivienda libre y protegida como de obra pública. Parro decidió que Móstoles fuera el conejillo de indias de la policía semiautonómica que intentó montar Esperanza Aguirre, las BESCAM, así que la ciudad empezó a tener dos policías locales (ahora están más o menos integradas). Además descubrió que lo que necesitaba el mostoleño de a pie para sentirse seguro era un helicóptero sobre su cabeza, así que alquiló uno.
Durante tres años el helicóptero de las BESCAM surcó los cielos de Móstoles sin ninguna función aparente además de la de despertar a la gente de mi barrio los domingos a las 8 de la mañana y gastar gasolina. La base del helicóptero estaba muy cerca de mi casa, en el mejor sitio del mundo en que podía estar: el puto tejado del Hospital, que está rodeado de edificios. Lo bautizamos como Parrocóptero y toda la juventud descarriada lo odiábamos. Al mismo tiempo éramos los únicos que creíamos que el helicóptero fuera útil para algo, ya que casi todos nos sentíamos personalmente observados y perseguidos, de forma algo paranoica.
Un buen 1 de diciembre de 2005, los jefes de Parro -esto es Aguirre y Mariano Rajoy- visitaron la ciudad para ver lo bien que iba todo desde que su compañero de partido llevaba las riendas. La visita tenía como colofón un paseo aéreo a bordo de este helicóptero. Alguien decidió retar a las leyes físicas y propuso que la plaza de toros era un excelente lugar para despegar. A otro alguien se olvidó que el número máximo de ocupantes del aparato no era cinco, sino cuatro y no detuvo a Esperanza Aguirre cuando exigió errr… ofreció a un cámara de Antena 3 subir también. El final de la historia lo conocéis todos: parrocóptero al suelo.
Un gran susto que, en el caso de Mariano Rajoy fue doble, porque después de pegarse la galleta conoció las Urgencias del Hospital de Móstoles. En aquel momento quizá pensó que había muerto y que aquello era el purgartorio. Pero no, aquella sala llena de personas dolientes hacinadas y ancianos agonizantes que reposan por espacio de días en incómodos sillones es un lugar de este mundo.
Rajoy sólo se rompió un dedo, y Parro, Aguirre y el cámara de Antena 3 resultaron ilesos (debieron parar el impacto con la cara Parro y Aguirre), pero el helicóptero quedó siniestro total. Pese a lo esencial que se le suponía para la seguridad de la ciudad (su alquiler fue como la segunda o tercera cosa que firmó Parro como primer edil), Móstoles no ha vuelto a tener vigilancia aérea desde entonces.
Justo un año después, una romería recorrió la ciudad hasta la Plaza de Toros a modo de conmemoración. Los participantes llevaban helicópteros de juguete y carteles como “la gravedad está de nuestra parte” o “Fue ETA”.
Diréis que cómo me estoy sobrando… pero es que alguien tiene que compensar. El 90% de los mostoleños está con Parro y cree que la ciudad está mucho mejor ahora y seguirá ganando elecciones hasta que nos muramos (ya que nos sobrevivirá a todos). Yo me limito a decir que este hombre gobierna como cabe esperar teniendo en cuenta su filiación. No sólo no ha enajenado terrenos privados para hacer parques públicos (como hizo Arteta), sino que ha hecho exactamente lo contrario (con sus famosos aparcamientos subterráneos en lo que eran parques y ahora son explanadas de cemento).
Vale. El Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) está bastante bien, pero con Parro, Móstoles se quedó sin cines… (Móstoles es ahora la única ciudad del mundo donde hay un festival de cine y no hay cines) ...y sin Festimad! El festival de rock más importante que había en Madrid se empezó a ir a la mierda cuando Parro decidió que se tenía que ir de la ciudad porque no podía hacerse un festival de rock en un parque natural como es el Parque del Soto. A los pocos meses, Parro se llevó el grueso de las fiestas de Móstoles del Casco Antiguo (donde estaban muy bien, con las peñas, cada una con su música y su rollo) al Parque Liana, que como su nombre hace sospechar, también es un parque natural.
En la actualidad el Centro de Móstoles es un gigantesco agujero cada vez más grande que amenaza con tragarse toda la ciudad y todo el presupuesto de la Comunidad de Madrid. Este vórtice ha sido causado por las obras del tren a Navalcarnero. Parece ser que había dos opciones para comunicar por ferrocarril Móstoles y la muy noble villa vecina: a: seguir la línea existente de Cercanías, que termina en El Soto (casi en el campo) ó b: hacer un tranvía que saliera de la estación Central y que atravesara toda la ciudad antes de salir al campo y enfilar hacia la villa vecina. Entre que Fomento (que es quien lleva Cercanías) y la Comunidad no se pusieron de acuerdo para hacer el plan a y que Parro no quería ver ni en pintura el tranvía, están haciendo una línea de Cercanías nueva y soterrada que pasa por todo el centro y que, algún día, dicen, comunicará lo que quede de Móstoles –la primera ciudad-cráter– con Navalcarnero.
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